Anthony Burdain, quien falleciera en las pasadas horas en Francia fue un connoisseur de la vida, dentro y fuera de la cocina. Un hombre que satisfizo y llenó de placer el paladar de las miles de personas que lo siguieron, con sabores y vivencias provenientes de alrededor del mundo.
Aquella figura alta, de cabellos cenizos poseía un estilo inconfundible, debido a su estatura, su modo de caminar, su brillantez, cinismo y sinceridad desmedida se colocó como una estrella de la televisión, con su programa Anthony Bourdain Parts Unknown, a través de CNN.
Era un hombre que con los años se puso guapo, su modo de vestir era desenfadado, y gracias a su delgadez, y estatura todo le quedaba bien.
El también autor fue un hombre que dominaba el tema de la cocina, y supo entre-tejerla con las vivencias que marcan a cada ser humano que se dedica a la profesión de chef, o que sencillamente labora en una cocina de un restaurante cinco estrellas, de una cafetería, un camión de comidas, o de una fonda.
Al escucharle hablar de su vida saltaba a la vista su sabiduría, bastaba con mirar sus ojos, y aquella sonrisa a medias, mientras saboreaba un escocés, para saber que Bourdain era un hombre vivido, realizado, que aún le hacía frente a sus demonios, y no se olvidaba que había comenzado su carrera lavando platos.
Anthony se convirtió en un héroe para muchos cocineros profesionales, y asistentes en restaurantes con su libro autobiográfico, «Kitchen Confidential» el mismo llegó a las listas de éxitos en el 2000.
Se le atribuye haber definido una generación de cocineros, o line cooks, describiéndolos como guerreros, y exponiendo esa cultura culinaria en su libro “Kitchen Confidential: Adventures in the Culinary Underbelly,”. En este material autobiográfico se destaca el uso de drogas, bebidas alcohólicas, entre los largos y brutales horarios en la cocina, algo que era a la vez considerado una insignia de honor, y una maldición.
El Sr. Bourdain habla explícitamente en sus escritos sobre sus pasadas adicciones a la heroína y a la cocaína.
El presentador de programas de cocina y especiales televisivos provenía de una familia adinerada, y sus vicios seguramente fueron adquiridos durante una adolescencia privilegiada donde posiblemente la depresión y otras patologías hicieron su primera aparición.
En su libro este recuerda el momento que dio comienzo su relación con la comida.
Mientras cursaba el cuarto grado su familia se fue de vacaciones a bordo del Queen Mary a Francia, este recuerda que se sentó en el comedor y se comió un tazón de vichyssoise, una mezcla cremosa de puerros y patatas. Lo que le sorprendió fue que la sopa estaba fría. «Fue la primera comida que disfruté y, más importante, recordé disfrutar», escribió. No recordaba mucho más sobre el resto del viaje.
Debido a que vivimos en una sociedad donde las condiciones emocionales y mentales son motivo de vergüenza seguro las drogas fueron el método de automedicarse, y a la vez el método de continuar en la vida siendo el chico malo, que encontró como aliciente la cocina de un restaurante, y relatando su vida en ella encontró la fama.
QDEP
Debe estar conectado para enviar un comentario.