Los vestidos de MARIANO FORTUNY proporcionan información vital sobre cómo se trató el terciopelo y la seda plana en términos de como fue tallada y el proceso por el cual mejor se conocen sus vestidos en el mundo, que es el proceso del plisado.
Cuando se habla de Mariano inevitablemente existe una relación entre creador, invención, aportación a la moda y aquellas figuras que vistieron del artista.
Mariano dejó su marca en la historia del arte y de la moda.
Mariano Fortuny y Madrazo fue un artista polifacético que dejó su impronta en campos tan diversos como la pintura, el grabado, la escultura, la fotografía, la escenografía, la iluminación, el diseño de muebles y lámparas, así como la estampación de tejidos y la confección de prendas.
Nacido en Granada en 1871, en el seno de una de las familias más famosas de pintores del siglo XIX, los Madrazo, Fortuny fue educado en un refinado ambiente cultural que alimentó su curiosidad intelectual y su talento creativo desde niño. “Se interesó por muchas cosas, pero siempre consideró la pintura como su profesión”, desvela el autor, uno de los expertos internacionales en la vida y obra de Fortuny y autor, entre otras, de obras como ‘Mariano Fortuny 1871-1949’ (1980) o ‘Mariano Fortuny: Ciencia, arte y diseño’ (2013).
Fortuny, como los pintores del Movimiento Estético de finales del siglo XIX, tuvo una inclinación por los colores secundarios y por las mezclas de verde y oro principesco sacados de la naturaleza.
Los pliegues, plisados están en todas partes, cayendo rectos pero suntuosamente sobre la piel, manteniendo su forma y respondiendo a la del movimiento de la figura corporal.
¿Cómo es posible que Fortuny, nacido en España, y que surgió en Venecia después de la Primera Guerra Mundial, pudiera haber diseñado ropa en colores de una apariencia líquida y superficies pictóricas que hoy cualquier mujer, podría usar?
“Mariano Fortuny es el artista que más rompió fronteras. Revolucionó la moda al liberar el cuerpo femenino, pero al mismo tiempo se inspiró en los antiguos períodos griegos «, dice el director del museo Olivier Saillard sobre su último gran espectáculo antes de dejar su puesto en enero de 2018. ¡Qué camino a seguir!
En una de las recientes exhibiciones de la moda de este artista en París ademas de la creatividad, inventiva y visión para los textiles y la moda se pudo evidenciar a través de la proveniencia de los vestidos prestados que la mujer que vistió de Mariano eran mujeres adineradas, famosas, bien mantenidas o todas las antes mencionadas.

El sello distintivo de su obra es el Delphos, un vestido de seda plisada y de líneas sencillas, parecido a una túnica griega que colgaba de los hombros y se pegaba a la silueta de la mujer, a veces se ajustaba en la cintura con un cinturón.

Esta prenda, que vio la luz en 1907, escandalizó a la sociedad de la época, “era un vestido con un gran carga erótica, era un traje para lucir en casa, se consideraba casi un déshabillé“.
Mariano Fortuny rechazó la moda comercial como la entendían las grandes casas de alta costura, inventó la moda fuera de la moda. “Este humanista no estaba interesado en la moda ‘per se’, en los cambios de siluetas, estilos o paletas de color”.
Sus patrones escultóricos y la caída de sus tejidos dibujaron una nueva manera de entender la vestimenta, un estilo sencillo y atemporal, “una prenda contemporánea, la única creación en la historia de la vestimenta que ha pasado a la historia actual”, añade Guillermo de Osma.
Actrices y bailarinas de la época como Sarah Bernhardt o Isadora Duncan, así como personas de la alta sociedad estadounidense dieron fama a este diseño, una pieza de cuello barco recto, con un largo que cubría los pies, que siempre incorporaba un cinturón de seda estampada.
La belleza del Delphos, que se acompaña de capas, abrigos o vistosas túnicas, radica en el minimalismo elegante, el corte perfecto y la sensualidad de los colores, así es el gran éxito comercial de un valiente diseñador llamado Mariano Fortuny, cuyo universo creativo y técnico va mucho más allá.
Aquí hay una descripción de Marcel Proust de 1919, de À l’ombre des jeunes filles en fleurs (el segundo volumen de À la recherche du temps perdu):
«Un artista en Venecia, Fortuny, ha encontrado los secretos de telas maravillosas … y durante varios años las mujeres han estado caminando en ellas, pero especialmente vestidas en casa, con atuendos tan magníficos como los patricios venecianos con sus diseños orientales».


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