Era el año 1948, el diseñador francés Christian Dior gozaba de fama mundial por el lanzamiento el año anterior de su New Look.

Durante una fiesta de sociedad italiana, dos mujeres llegan a un evento V.I.P. luciendo el mismo traje. Una de las protagonistas se le acerca a la otra y pregunta: “¿Dónde ha conseguido la copia del diseño que me están confeccionando a mí en París?”.

Es así que comienza una historia que parece sacada de una película de espionaje de Holywood.
Pero, ¿cómo era posible? Considerando que para aquel entonces no se realizaban desfiles que eran transmitidos en vivo, las colecciones se trabajaban bajo un estricto código de selectividad,
Empecemos con los desfiles que se concebían como una sucesión de maniquíes que lucían los números de los diseños para que las clientas, y los compradores pudieran ir anotando cuál iban a encargar.




No se le enviaba muestras a nadie, ni a stylist, ni a estrellas, ni celebridades, ni al Papa.
Los desfiles, lejos de el performance que son hoy día llenos de piezas copiadas del HOLA, y de lo que lleva puesto una Kardashian, un rapero,o reguetónero o peor aun una influencer, estas propuestas eran creadas from scratch.

Contaban con al menos 40 cambios, resultaban prácticamente interminables: Podían llegar a presentarse más de 100 modelos por desfile.
En el salón donde se celebraba el desfile las celebrities tenían su espacio, pero lo compartían con los grandes compradores (sobre todo americanos), y la idea de photocall todavía no se trabajaba, y cuando se hacía era con figuras que verdaderamente eran famosas y tenían merito por haberse destacado en el cine, la música, las artes… no por hacer un video porno, o estar envuelto en un caso de corrupcion política…

¿Cómo podía ser entonces que con una clientela tan reducida y un control total sobre lo que se fotografiaba, se produjeran copias de diseños que no se habían visto en prensa? Según relata el periódico ‘ABC’ de aquel año, para conseguir las imágenes se armó todo un sistema de espionaje al más puro estilo Hollywood. Algunos invitados llevaron cámaras ocultas en los bastones o solapas y ejercían como ‘agentes infiltrados’.
«En otros se confiaba en la memoria de los ‘espías’ que finalizado el desfile acudían a su hotel a reproducir los diseños a los que se les había visto más posibilidades comerciales».

Segun la pagina Vanitatis: » Dos de los nombres a los que se acusó de este espionaje industrial fueron el diseñador italiano Alberto Fabiani, conocido también como Puricelli, y la condesa Simonetta Visconti. Habían comenzado una relación sentimental recientemente (se casarían en los años 50) y ambos tenían una prometedora carrera en la moda, de ahí que, según las autoridades galas, optaran por copiar los bocetos de Dior, que les debió de parecer una buena idea para ensanchar su mercado. La pareja acabó en el calabozo y su habitación de hotel, registrada minuciosamente por la policía, aunque nunca se llegó a encontrar ni rastro de boceto alguno».

Después del gran escándalo Christian decidió tomar cartas en el asunto, e incrementó el precio para poder sentarse a ver un desfile a sesenta mil francos -una cantidad que incluso a día de hoy suena a elevadísima-) y vetó ‘sine die’ la entrada a los compradores italianos.

Esta última medida escondía, además, toda una declaración de intenciones: comenzaba en ese momento una guerra soterrada entre los diseñadores italianos y franceses para hacerse con el control del mercado, y poder mantener a raya a la competencia, impidiendo el acceso a los diseños y patrones, se entendía como una medida inteligente para defender la supremacía gala.
Igualmente se darían otras situaciones, como el famoso caso del vestido Dior verano que Elizabeth Taylor y Gina Lollobrida lucieron para el mismo evento.

Resultó que el vestido de Taylor era genuino, creado por el entonces modisto de la casa Dior, Marc Bohan.
Mientras que, el de Gina era una copia Italiana. Ambas actrices se divirtieron de lo lindo con este fashion faux pas, ademas el papelón recibió cobertura mundial
Este fue el comienzo de muchos casos de escándalos por plagio, copias de diseños, y copia de colecciones.
La cultura de la copia daba sus primeros pasos, y la apropiación cultural aun no se le consideraba tal.

En cuanto a Dior este le sacó provecho al asunto de ser copiado, en su autobiografía ‘Christian Dior y yo’, confesó: “Encuentro más o menos desfigurados mis diseños en los escaparates de los almacenes. Pero incluso estas copias, estas adaptaciones, que rayan a veces en la deformación, me son útiles; al término de una cierta saturación, me hacen ver los fallos en los que he estado a punto de caer”.
Hoy por hoy y si observa detenidamente la moda aun esta hacinada de falta de originalidad, y de diseñadores que aun ven la moda como un símbolo de estatus, un confort zone y no como un laboratorio, y una incubadora de creativa…
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